El proyecto se plantea como ampliación de unas bodegas ya existentes situadas en los terrenos adyacentes al Monasterio de Irache, monumento gótico-renacentista de extraordinario valor situado junto al viejo Camino de Santiago.
  
El objetivo de utilizar el nuevo edificio como mecanismo para ocultar el complejo industrial existente, intentando paliar la agresión visual que este supone en relación con el Monasterio de Irache, especialmente desde visiones horizontales que superponen ambos elementos, ha sido, junto al pretendido diálogo con el mencionado monumento, el instrumento ordenador de la propuesta.
  
De esta manera, el edificio aparece como un zócalo del Monasterio, sólido y sobrio en sus determinaciones compositivas.